martes, 9 de marzo de 2010

Un sueño

Camino a la noche, en algún barrio del conurbano bonaerense, pero no puedo saber cuál es. Voy vestida con mi camisa de rayas celeste y blanco manga larga y mi nueva pollera de jean. Dos chicas 1,70 de altura (como yo), de con textura física como la mía, con el pelo lasio (como yo), morochas (como yo), pelo largo (como no lo tengo desde los 4 años), se ríen a las carcajadas. Me molesta. Se me acercan y me dicen "¿O NO?" y se siguen riendo. Pienso que se mofan de mi, me ofusco y sigo caminando. Una me agarra del brazo izquierdo. Me pone contra la pared. La otra se me pone de frente "Vos fuiste", me dice. En ese momento la de la izquierda me empieza a besar el cuello y la tomo de la cabeza para que siga. Pero al parecer la chica que me enfrenta ya no es mas una chica. Se tranforma en un muchacho, al que no le gusta nada la situación. "¡PUTA DE MIERDA!¿¡ QUE HACES!?", le grita. Seguido un gancho de derecha la deja desmayada en el suelo. "¿TE GUSTÓ PUTA TE GUSTÓ?", me grita a mi. Se agacha y me agarra de los tobillos tratando de abrir mis piernas. Miro a la muchacha y un hilo de sangre corre por su cabeza.

Cuando me quiero dar cuenta estoy corriendo por algún lugar, que por su arquitectura era San Telmo. Son esas escenas de sueños que odio: corro y no puedo dejar de correr. Me choco contra las paredes. No tengo control de mi cuerpo. Corro y corro (seguramente porque estoy engripada, suelo tener ese sueño recurrentemente cuando estoy enferma)

Entro a un bar que ya conozco, "La Resistencia". Me voy derecho hacia el fondo y me tiro finalmente sobre unos sillones. Empiezo a llorar. Empieza a sonar un tema de STP y empiezo a cantarlo a los gritos, sin dejar de llorar (situación de la realidad del 5 de febrero de este año).

Entonces aparece Él.
Absolutamente de la nada. Me seco las lágrimas y me arrebato a abrazarlo. Me saca con enojo, o mas bien con asco. Por esas cosas locas de los sueños, él sabía la primera escena. Yo sin preguntarle cómo lo sabía le explico que era solo un sueño y que no quería que pase, que además me había asustado y que había sido contra mi voluntad (aunque en el fondo mentía sobre la muchacha, esa parte había estado bien). Él no quería entender razones. Él sabía lo que yo había soñado, y como también él era un sueño, era todo lo mismo y no le importaba.

Empiezo a endulzarlo, a decirle que no había motivos para que el no dejara pasar eso, que le prometía protagonismo en todos mis próximo sueños.
Aparecemos en el cuarto de guardado de colchonetas y equipos de gimnasia de mi colegio primario. Ni quiero pensar como se relaciona todo eso en mi subconsciente (en realidad lo se pero no quiero admitirlo, es muy sporty geek).

Yo estoy de espaldas hacia él. Él me besa el cuello como la chica de la primera escena. Le agarro las manos y le hago acariciarme el pelo mientras me besa. Le bajo las manos hasta el inicio de mi escote, y cuando empieza a rozar el encaje de mi corpiño, vuelvo a subir las manos a mi cabeza. Puedo sentir atrás mio que ya empezó el baile.

Vuelvo a agarrarle las manos y las bajo por los lados mi torso hasta mi cintura. Me agarra fuerte, muy fuerte. Le digo que no, despacio... Que quiero despacio. Me desabrocha la camisa y la resbala por mis hombros y empieza a besarme la espalda, por donde mas me gusta, por la cicatriz

Me doy vuelta, sobre el colchón tres medidas, me siento arriba de él, poniendo las piernas en la segunda medida. Las acaricia desde los tobillos. Me mira de reojo y me dice los mismo que el muchacho de la primera escena "¿TE GUSTÓ PUTA?". Me ofusco, quiero pararme, pero me agarra de mis rodillas y me pone sobre él, acariciándome hasta donde terminan mis piernas.

Me arrebata y me tira sobre el Marta (colchón verde que teníamos en Gimnasia Artística en verdad). Solamente me acaricia. Solamente pasa la mano por mi cadera, por mi cintura, por mi pierna, y después por mi boca. Le digo que no me mire. Le digo que no me hable. Le digo que no susurre ni me bese. Seguido, mi boca esta ocupada. Me aseguro que ahora si, ya este listo para completar la sesión.

Le repito que no me bese, le repito que no me mire. No me hace caso. Pongo el tercio superior de su cara entre el colchón y la funda del colchón. Agarro sus muñecas con fuerza y lo escucho pedirme mas.
Pongo su mano derecha en mi boca.
Alguien golpe la puerta. Miro asustada. Ya no estamos en el cuartito del colegio. Estamos en su casa. En la casa que yo conozco en la vida real, pero no la reconozco en el sueño. Lo miro. No lo conozco. Me asusto y me quiero ir.
No me deja. Me da vuelta y sigue él el trabajo. Confundida, alterada, disgustada, le pido mas fuerza, mas violencia, mas y mas y mas.
Me libero... Lo acuesto boca arriba y me siento en su cara.
Me toma de atrás de las rodillas, así como estoy y me lleva contra la puerta de la habitación. Así sosteniéndome en el aire, yo agarrándome de sus hombros, me dice "Ahora te pido un auto".
Y me despierto.

Miro alrededor mio, miro sobre mi. No hay nadie. Están las paredes descascaradas de mi habitación. No tengo sudor. Tengo la remera con la que me dormí. La tele esta encendida y la luz también.

Y muchas muchísimas ganas de encontrarte y no conocerte y que me hagas todo lo que escribí y todo lo que omití.

1 comentario:

  1. Perdón que no contesté antes, no me llevo muy bien con mi blog.
    Gracias por el comentario, realmente no puedo decir mucho sobre él.
    Más allá de lo que dijiste, lo cual tiene mucha lógica, me hubiese gustado sentir lo que enuncie en la entrada, quizás no me importaba la duración o cuan cerca esté de la perfección la relación que pretendo, sino sentir eso en ese momento en el que me costaba tanto sentir.

    Aunque ahora no me pasa eso, afortunadamente. Fue un momento en el que no me encontraba muy decidido.

    Gracias por pasar (por cierto no sé cómo llegaste, pero voy a estar visitando tu blog)

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