sábado, 21 de agosto de 2010

Limando asperezas

Ayer fuí nuevamente al velódromo. Mal predispuesta pero fuí.

Corroboré que no hay ninguna pista secundaria disponible como creía. Hay una pero es de tierra.

Piso la pista y algo me da un buen augurio: un padre moderno y deportista con sus dos nenas, enseñándoles a andar en rollers, una muchacha en rollers acompañada por una amiga que iba caminando a su lado y no se veían manadas de profesionales. Eso significaba que ese día no iba a haber riesgo de entrenamiento.

Salvo en esos momentos que aprovechaba la zona mas sana y justo venían algunos ciclistas que me hacían la seña de que me corra, no hubo mayores inconvenientes. Solo un viejito que era tan viejito que me daba ternura y no me podía enojar con él, que de tanto en tanto se cruzaba para mi carril.
En un momento viene derecho hacia a mi y uno de los dos se tenía que correr, no se dignó a hacerlo y me corrí un poco yo y le digo "señor por allá las bicicletas". Sigo andando y un hombre se da vuelta y me dice

Corredor:- ¡Hoy tenés razón vos!

El hombre que frenó primero el otro día a explicarme por donde debía ir también estaba ahí y cada vez que me cruzaba me miraba y se reía paternalmente.

Varias caras me dieron esa sonrisa, lo que significa que mucha gente gente me vio ser insultada y poniéndome roja de la frustración, lo cual me dio muchísima vergüenza. No se si les resulté por demás idiota o graciosa. A pesar de agitar de brazo al estilo "agita fuerte el brazo, hijo", fui perdonada sin rencores.

2 comentarios:

  1. me dejan el pie anarquista, me voy a quedar con esa frase de este texto para siempre siempre siempre (sonido de eco)

    ResponderEliminar
  2. Nunca pense que el zapato de cuero seria un educador de pies

    ResponderEliminar