Ayer fuí nuevamente al velódromo. Mal predispuesta pero fuí.
Corroboré que no hay ninguna pista secundaria disponible como creía. Hay una pero es de tierra.
Piso la pista y algo me da un buen augurio: un padre moderno y deportista con sus dos nenas, enseñándoles a andar en rollers, una muchacha en rollers acompañada por una amiga que iba caminando a su lado y no se veían manadas de profesionales. Eso significaba que ese día no iba a haber riesgo de entrenamiento.
Salvo en esos momentos que aprovechaba la zona mas sana y justo venían algunos ciclistas que me hacían la seña de que me corra, no hubo mayores inconvenientes. Solo un viejito que era tan viejito que me daba ternura y no me podía enojar con él, que de tanto en tanto se cruzaba para mi carril.
En un momento viene derecho hacia a mi y uno de los dos se tenía que correr, no se dignó a hacerlo y me corrí un poco yo y le digo "señor por allá las bicicletas". Sigo andando y un hombre se da vuelta y me dice
Corredor:- ¡Hoy tenés razón vos!
El hombre que frenó primero el otro día a explicarme por donde debía ir también estaba ahí y cada vez que me cruzaba me miraba y se reía paternalmente.
Varias caras me dieron esa sonrisa, lo que significa que mucha gente gente me vio ser insultada y poniéndome roja de la frustración, lo cual me dio muchísima vergüenza. No se si les resulté por demás idiota o graciosa. A pesar de agitar de brazo al estilo "agita fuerte el brazo, hijo", fui perdonada sin rencores.
me dejan el pie anarquista, me voy a quedar con esa frase de este texto para siempre siempre siempre (sonido de eco)
ResponderEliminarNunca pense que el zapato de cuero seria un educador de pies
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